Fundido de entrada
La luz aturde, como si hubiera dormido siglos. Al principio, sólo titila en mi conciencia. Luego descubro que es un amanecer más que me golpea, recordándome que llevo días sin ser yo. ¿A quién voy a engañar? Hace semanas que no me reconozco y este sol persistente, con sus rayos, parece gritarlo con latigazos en mis ojos.
Más de un año de ausencia. De Junio de 2023 hasta Enero de 2025, casi nada. ¿A qué me he dedicado todo este tiempo? Si yo te contara... Pero me centraré en que terminé consiguiendo otro de mis sueños, soy médico especialista en Obstetricia y Ginecología. Casi nada, repito. Como quizás puedas imaginar, en absoluto ha sido fácil. Drené horas de sueño, invertí otras tantas de estudio, limité planes sociales, tragué y seguí adelante, volví a hacerlo una y otra y otra vez...hasta que un buen día me di cuenta que la energía, mi energía, parecía haberse evaporado.

La inspiración brillaba por su ausencia.
Hoy vengo a hablar de la importancia de la reflexión. Tranquila/o, no te voy a aburrir con baratos consejos filosóficos que tanto se venden hoy día. Pero te diré algo: analizar en retrospectiva y reflexionar sobre las conclusiones puede ayudarte enormemente. Tan demoledor, que hasta te hace evolucionar como persona. Tal cual.
Hoy me atrevo a escribir sobre esto, porque ya me siento preparado, porque ya estoy bien, porque mi energía volvió a raudales y porque quiero compartirlo. Esto último siempre me vino bien por estos lares. Mi blog, mi pañuelito de lágrimas.
Te pongo en contexto. Una mañana me di cuenta de que no me sentía con fuerzas de ir a trabajar, de hecho, tenía más ganas de llorar bajo mis sábanas que desayunar o vestirme. El aroma de mi café favorito ignorado, las bonitas vistas que ya no impresionaban, inapetencia por arreglarme o verme guapo... aquella mañana hasta mi espejo no reflejaba. Toda la ilusión de los tres años anteriores formándome en mi sueño parecía haberse disipado, no encontraba la motivación, había perdido en mi propia brújula la meta, el camino, el sentido de lo que estaba haciendo. Ese sueño moría y resucitaba con tanta bipolaridad que me agotó perseguirlo. Me apresuré instintivamente, como médico que soy, a intentar auto diagnosticarme el por qué, el origen, la razón. Necesité unos días, pero la encontré.
Total y absoluta falta de confianza en mí mismo. Me susurré. Vale, dije. ¿Por qué has perdido la confianza en ti? Volví a preguntarme. Ya nada parece igual, afirmé.
Tú que me estás leyendo, estarás de acuerdo en que la confianza en uno mismo es piedra angular de nuestro proyecto personal. Sin ella, como si de un frágil castillo de naipes se tratase, todo termina finalmente en ruinas. Ahora quiero hacerte partícipe de algo más... ¿Qué crees que siente un médico sin confianza profesional y/o personal delante de un paciente? Tristeza, impotencia...y un largo etcétera obviamente. Viví de lleno el antónimo de "cuidarse para poder cuidar".
Quizás fue aquel día donde escuchaste "me importas una puta mierda" o aquel otro en el que descubres que hablar de los demás (por supuesto, no en positivo) vende...y a mucho mayor precio que simplemente intentar hacer tu trabajo lo mejor que posible y no juzgar o dirigir la vida del prójimo. Quizás...hay tantos posibles detonantes.
Hoy miro hacia atrás y hay una frase que se repite, quiero pensar que es una especie de sabia enseñanza basada en la más pura experiencia: "¿Por qué aguantaste tanto algunas cosas?". A veces tendemos a meternos en un vórtice, en una espiral de falsa normalidad en la que nosotros, en medio de todo el ruido, aceptamos, lo que debería ser inaceptable, como normal. Como la mujer maltratada que se ve incapaz de reaccionar, como ese niño que se alegra cuando "solo" ese día le han insultado, o como aquella otra persona que traga día a día unas condiciones laborales de explotación. Damos por sentado que lo mejor es callar y seguir. Oír, ver y callar es lo que debes hacer, te dices. Culpable de practicarlo, pero cuidado, termina llegando ese día del "juicio".
Y como de costumbre, me miro por dentro, pues más de una vez me he encontrado y me perdono. Perdono a aquel Jesús que fue incapaz de alzar la voz y plantarse. Lo perdono porque sé que ha aprendido de ello, a que no va a volver a faltarse el respeto, a que no practique eso para lo que jamás fue enseñado: "conformarse". Obligarse a que nunca vuelva oxidar el presente por nada ni por nadie.
Me perdono y a la vez me felicito, porque no desistí, porque finalmente recordé lo que deseaba. Y si me permites añadir, también me felicito por la/s personas que me lo hicieron ver cada día.
Porque finalmente, fui yo.
¿Te has sentido alguna vez así? Cuéntamelo...
Lo que tenemos que pensar también es que , estando en lo que nos gusta ,dedicando todo tú ser a lo que quieres y sin embargo llega ese día que te sientes que no puedes más . Es una sensación rara verdad ?? De que no eres feliz incluso haciendo lo que te gusta y quieres . Yo creo que hay carreras que absorben todo nuestro ser, deberían ser más amenas y poder tener tiempo para nosotros. Yo creo que deberíamos dedicarnos todos los días una hora o dos a despegarnos y así poder estar a tope con los estudios.
Gracias por compartir tus pensamientos y vivencias con nosotros.
Muchas gracias por tu comentario y leerme!!! Me siento muy afortunado de lo que me has dicho :)
Me encanta la sensibilidad con la que escribes y lo bien que llegas a trasmitir tu mensaje. Bravo