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  • Foto del escritorDr.Desastre

Crónicas de un niño burbuja: Introducción.



En primer lugar quiero pediros disculpas por la tardanza en volver a publicar algo. Los exámenes y mi última nueva amiga íntima (ansiedad) no me han dejado crear entradas como hubiera querido.

Pero hoy es el día de volver por aquí. Lunes, mal tiempo fuera de casa, cansancio después del último examen y fustigado nuevamente por mis crisis de ansiedad, si, hoy toca. También hoy se me ha planteado alguna que otra reflexión, de ahí la entrada de hoy, con la que me gustaría que opinaseis cuanto queráis.


Hace un año, rotaba por las prácticas de cirugía digestiva donde tuve la suerte de acompañar a un gran adjunto de cirugía esofágica. Él ha sido uno de los cirujanos más atentos que he tenido el gusto de conocer, por su empatía, prestancia, cuidados y calidad humana que siempre tiene con sus pacientes. Pues bien, tras llevar una semana con él, vino a la consulta un paciente con cáncer de esófago terminal (como imaginareis, sí, en breve moriría) y mi médico le tenía que dar la noticia, ante las últimas pruebas. Intentad elucubrar la escena.


Al irse el paciente, él me miró y me dijo que esto era lo peor de su trabajo. Yo le pregunté que si el hecho de familiarizarse e intimar tanto con sus pacientes no le había hecho “daño” en más de una ocasión y él con firmeza contestó que sí. Pero lo que me dejó sorprendido fue su explicación posterior, y es que, me contaba que todo médico casi siempre adopta dos formas de ser con el paciente: convertirse en una especie de mejor amigo y sufrir las consecuencias de dicha amistad (su postura) o crearse una especie de escudo ante el paciente para protegerse ante posibles adversidades. Él evidentemente me dijo que prefiere elegir la primera opción aunque sufra en muchas ocasiones, ya que, son sus pacientes y a él mismo le gustaría que le trataran así si fuese el caso.

Digno de admirar. Estoy totalmente de acuerdo contigo, pensé, aunque también sobrevino a mi mente el hecho de que tiene que ser fabuloso que se te reconozcan tales características de tu personalidad (como le hacían ver sus pacientes).


Pero, ¿A vosotros nunca os ha pasado que os tilden de algo que para nada va con vuestra personalidad? Duele, ¿Verdad?, y más si viene de alguien que os importa. En ese momento piensas, ¿de verdad seré así? Para posteriormente terminar pensando, creo que la gente no me llega a conocer. Te sientes impotente y llega un momento en que todo se acumula y te lanzas a escribir una entrada como ésta que estás leyendo. Impotencia porque, tienes la extraña y horrible sensación de que por más que hagas y expliques, da igual, sigues fallando en algo e incluso tus buenas acciones se pueden transformar en las más perversas.

En fin, como ya os he dicho, hoy toca día de reflexión y sinceramente, he pensado que escribir me ayudaría con ello, desahogarse lo llaman algunos.


Continuarán las crónicas de un niño burbuja....

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