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  • Foto del escritorDr.Desastre

Inefable.

adjetivo

[cosa] Que no puede ser dicho, explicado o descrito con palabras, generalmente por tener cualidades excelsas o por ser muy sutil o difuso.


- ¡¿Brindamos?! -gritaron aquellos ilusos-.


Y sin querer todo empezó. Aquel camarero te sirvió una idea, o quizás un sentimiento. Que casi desde el primer mensaje ya fuiste un "escribiendo" dentro de mi. Proseguí con un brindis falsamente matizado de intensidad y tus ojos de Alhambra ya se plantaron en mi verde.


Inexplicable.


Tenía la puta intuición de que en breve aceleraría con tanto puño que asustaría. Y así fue. Más aún cuando entendí que quizás iba directo contra una muralla del norte. ¿Volver a meterte en tu garaje sentimental? No, ahorqué fantasmas contigo como verduga.


Inexplicable.


Disney siempre nos ha vendido la dulce historia del rosa y el azul, todo de fantasía de dibujo animado, de final perdiz, de lo fácil que es, de lo que fluye...de la "conexión". Y tú te lo tatuaste, pero perdona, se quedó grabado en mi. Tarifa plana de sonrisas, miedo, miradas ingentes, mensajes que colapsan móviles, miedo, planes, planes, un día si y al otro ¡oh vaya! también surgió...miedo, ganas, mañana un poco de más ganas y el miedo pasó a un dejarse llevar. Sonaba muy bien y se sintió aún mejor.


Inexplicable.


Tú tan de prejuicios y la gracia del acento se te coló por una rendija. Te abrumé pero no te fuiste. Una pequeña victoria entre tanta guerra. Acento y un perfume. Otra pequeña victoria. Acento, perfume, directo, rectilíneo...sincero. Ya perdiste la batalla supernena.


¿Sabes? Ya le he puesto tu nombre a varias canciones y páginas de libros. Hasta incluso pequeños garabatos hablaron y hablan de ti. Tuve la mala idea de citarme conmigo, mirarme por dentro y encontrarme ya contigo. ¿Qué pasó?

Que he terminado perdiendo la batalla yo también.



- ¡¿Brindamos?! -gritaron por última vez aquellos perdedores-.


Qué injusticia. Cualquier juez volvería a reabrir el caso y escuchar a los contendientes.


Que si tú no entiendes tus dudas, yo no entiendo el echarte tanto de menos. Que me resisto ante cualquier jurado a un "no habrá nada que hacer". Porque sigo tropezando en cada sitio que nos vimos y reventándome contra el suelo. De ser valiente es reconocer lágrimas y aún más, admitir que me estoy emborrachando de ellas y no de alcohol u otras feromonas. Me las estoy tragando fuerte para que mi memoria siga gritando tu nombre, tus recuerdos. Aunque duela.


Inexplicable.


¿Has puesto en una báscula tus dudas? pero...¿Y en otra todo todo lo demás?. Por si no encuentras las razones, por si no descubres las explicaciones a tu vértigo, déjame que haga trampas y desequilibre la balanza. Aunque, sé que si me pillas, lo negaré. Debes de ser tú la tramposa. Hazlo. Mirar atrás es una mala opción, o si no que se lo pregunten a cualquier Orfeo. Que yo no soy la mejor persona que hayas conocido y yo no llevo un 10 a la espalda cargado de historia, yo soy un puto desastre con manos de tijera, con 150 pulsaciones pegaitas a ti que hervirían cada día. Que yo sólo entiendo de sentir y esto pese a lo inefable que es, es de verdad. Real.


Qué injusticia. Cualquier juez volvería a reabrir el caso y escuchar a los acusados.


Fuimos un prólogo tan fantástico que ya con ello, cualquier libro sería un puto bestseller. Lo malo ha sido que sin escribir una puta frase de la historia, proyectaste, redactando un epílogo en el que yo no he sido autor de ningún acento, punto, coma, mayúscula; ni arquitecto de la curvatura de ninguna de las letras. ¿Sabes cómo hubiera empezado a redactar? Sólo y exclusivamente con un QRS. ¿QRS?. Con un QuieRo...pero en plural. Entre los dos. Tú y yo. Nosotros, que sabe mucho mejor.



¿Lo sientes? Quizás ahora mismo estás escuchando tu QRS. No lo ignores, por favor. Estoy sin piezas, a punto de dejar caer mi rey y sirva este movimiento (quizás fútil) para escapar de este puto jaque cuasi mate.


Inexplicable. Inefable. Real.





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