"Menudo añito", sonaba entre bambalinas.
Voy a decir una obviedad, el peor año que se recuerda. Voy a decir otra verdad, el mejor año en lo personal.
Ayer despedía/comenzaba el año de guardia y entre caso y caso, paciente y paciente, risa y risa, felicitación y felicitación y demás guiones, no paraba de "viajar" a cómo estaba hace justamente un año por estas fechas. Lo recuerdo perfectamente. Mientras tomaba las uvas y al margen de los pensamientos de ahogo constantes, me juraba y perjuraba que este año sí, que este año iba a conseguirlo. De hecho, esperaba y deseaba que estuviera de guardia una noche así, porque eso sería una buena señal.
Et voilà. Un año después, así ha sido.
Ayer fue uno de esos días en los que a uno le apetece estar con la familia, amigos y pasarlo de escándalo, no nos engañemos, a nadie le gusta estar trabajando una noche así. Pero pese a no dormir absolutamente nada, que las urgencias fueran una especie de cuenta gotas navideño, andar de acá para allá y casi tener que recargar el busca... FELIZ.
Recibimos a los últimos bebés rezagados del bendito 2020 y abrimos de par en par a la vida a los primeros del 2021... Como todos, creo yo. Jesús, María, Jose... (aviso, no estoy recitando el santoral bíblico). He visto a matronas en danza toda la noche persiguiendo...persiguiendo...en resumen, la vida. Y joder que si es maravilloso terminar la guardia (o el turno) con unas risas recordando lo conseguido. Qué grandes.
Una cena de 31 con 9 asistentes, casi desconocidos entre nosotros pero compañeros, compañeros que estábamos lejos de nuestras familias y precisamente eso nos unía. Sinceramente, fue un gran intermedio pues no faltaron las risas, contarnos alguna que otra peripecia, romper el cotillón sobre nuestras cabezas y mirarnos pseudo azules mientras engullíamos las putitas uvas. Un brindis con una sonrisa en su espuma y volver al trabajo.
Volver. Lector, volver. Volver a...
Feliz 2021.
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